domingo, 3 de noviembre de 2024

Los orígenes de la teoría cuantitativa del dinero

El cambista y su mujer, M. van Reymerswaele (1539)
Martín de Azpilcueta (1492-1586) es considerado uno de los personajes más importantes de la Escuela de Salamanca o Escolástica Tardía. Con 32 años inició su etapa en la Universidad de Salamanca ocupando la cátedra de Prima en Cánones. En 1537, se trasladó a la Universidad de Coimbra para ocupar la misma cátedra que impartía en Salamanca. En 1556 regresó a España, pero diez años después viajó a Roma para defender al arzobispo de Toledo (Bartolomé de Carranza) de la Inquisición. Allí residirá hasta su fallecimiento en 1586. Para muchos especialistas, Martín de Azpilcueta es considerado el padre de la teoría cuantitativa del dinero (el valor de la moneda varía inversamente con su oferta): “En las tierras do ay gran falta de dinero, todas las otras cosas vendibles, y aun las manos y trabajos de los hombres se dan por menos dinero que do ay abundancia del; como por la experiencia se ve que en Francia, do ay menos dinero que en España, valen mucho menos el pan, vino, paños, manos, y trabajos; y aun en España, el tiempo, que avia menos dinero, por mucho menos se davan las cosas vendibles, las manos y los trabajos de los hombres, que despues que las Indias descubiertas la cubrieron de oro y plata. La causa de lo qual es, que el dinero vale mas donde y quando ay falta del, que donde y quando ay abundancia”. Este fragmento, perteneciente al trabajo Comentario Resolutorio de Usuras, prueba que Martín de Azpilcueta se anticipó a las reflexiones que Jean Bodin escribió en 1568 sobre las variaciones de precios que se estaban produciendo en Europa. No obstante, sería el economista estadounidense Irving Fisher (1867-1947) en el siglo XX quien presentó el desarrollo más completo mediante la fórmula matemática M*V=P*T; donde M es la oferta monetaria, V es la velocidad de circulación del dinero, P es el nivel general de precios, y T las transacciones que tienen lugar en un año. Los economistas asumen que V es constante y que la cantidad de transacciones (T) depende de la tecnología de los productores y la demanda de los consumidores (siendo estos dos elementos los que fijan el precio). La conclusión es clara: si V (velocidad) y T (transacciones) se mantienen constantes, un aumento en la oferta monetaria provocará un incremento en el nivel de precios en la misma cuantía. De forma crítica, Keynes sugirió que la velocidad del dinero no es constante: tiende a crecer en los periodos de inflación elevada y a disminuir en las recesiones. Por el contrario, Friedman apoyó la teoría cuantitativa argumentando que la demanda de dinero real de las personas depende de su riqueza.

martes, 22 de octubre de 2024

El papel del libre comercio a lo largo de la historia: integración, globalización y crecimiento económico


Rembrandt. The Syndics (Rijksmuseum)
El debate sobre el libre comercio se remonta a la era mercantilista entre los siglos XVI y XVIII. El auge del comercio marítimo holandés e inglés desplazó la riqueza del sur al norte del continente europeo. Durante dicho periodo surgieron las naciones-estado y el concepto de riqueza nacional: cantidad de oro y/o plata y balanza comercial favorable. Los teóricos del mercantilismo defendían los aranceles frente a las importaciones para impedir el déficit comercial y proteger a los productores nacionales de la competencia exterior.

Thomas Mun (1571-1641) director de la Compañía Británica de las Indias Orientales apeló hacia 1628 al gobierno británico para que protegiera su actividad frente a la competencia holandesa (guerras angloholandesas y Actas de Navegación). Asimismo insistía que lo realmente importante era el equilibrio de la balanza comercial. De hecho, no pensaba que gastar oro en el extranjero fuera perjudicial. ¿Por qué? En principio, el oro podía utilizarse para comprar bienes que luego se reexportaban por una cantidad mayor. De este modo (potenciación del excedente comercial y acumulación de divisas extranjeras) se impulsaba el comercio, se proporcionaba trabajo a la industria del transporte y se incrementaba el tesoro de la corona inglesa.

miércoles, 9 de octubre de 2024

Principios de Economía Política (Mill) y el Manifiesto Comunista (Engels & Marx)


Irish family ejectment from their home. Original aquí
Año 1842. Gran Bretaña ha sufrido una serie de malas cosechas, el precio del pan se ha duplicado, las ciudades están llenas de inmigrantes procedentes del campo en busca de trabajo, la industria algodonera está en crisis desde el último lustro, los obreros recurren a la caridad y llenan los comedores sociales. Thomas Carlyle afirmaba: “Siendo imposible la vida a las multitudes. […] Es evidente que la nación camina hacia el suicidio”.

En agosto de ese mismo año se produjo una huelga general liderada por el movimiento cartista (véase Carta del Pueblo) en defensa del sufragio universal masculino: un hombre, un voto. El primer ministro conservador Robert Peel envió al ejército contra los huelguistas quienes acabaron replegándose hacia sus fábricas. De nuevo Carlyle escribía: “La revuelta, el hosco y vengativo humor de la revuelta contra las clases altas […] es cada vez más el espíritu universal de las clases bajas”. El “Informe sobre las condiciones sanitarias de la población obrera de Gran Bretaña” publicado en 1842 por Edwin Chadwick (con anterioridad publicó junto a Nassau William Senior, Poor Law Commissioners' Report of 1834), mostraba que en Manchester (el Silicon Valley de la Revolución Industrial) la vida media de los hombres era de 17 años, la mitad que en los entornos rurales. Solo uno de cada dos recién nacidos llegaba a superar los 5 años de edad. Pero había mucho más: las calles eran frecuentemente usadas como alcantarillas, las casas estaban llenas de moho y en un estado deplorable, la comida putrefacta y los obreros se pasaban la mayor parte del tiempo en estado de embriaguez.